Acción desenfrenada y diversión en su justa medida. Esa es la fórmula desarrollada en la tercera entrega de esta saga que, a cuatro años de su lanzamiento, sigue teniendo un enorme éxito en la taquilla.
La apuesta es la misma que la de los dos filmes anteriores: viejas glorias del cine de acción que se reúnen para hacer lo que mejor saben en una producción hecha exclusivamente para entretener. No hay grandes planteos filosóficos ni cuidadas reflexiones sociales. Sino entretenimiento puro.
Al fin y al cabo ésa es la concepción del cine de Sylvester Stallone, principal responsable del proyecto y director de las dos primeras entregas. Esta vez la conducción de la historia corre por cuenta de Patrick Hughes, un experto en explosiones sofisticadas y persecuciones insólitas. El filme, rodado en Bulgaria, reúne una vez más a Jason Statham, Arnold Schwarzenegger, Dolph Lundgren, Randy Couture, Jet Li y Stallone. A ellos se les suman Wesley Snipes, Antonio Banderas, Harrison Ford, Mel Gibson, Kelsey Grammer y Kellan Lutz (el vampiro de “Crepúsculo”), entre otras. Una combinación perfecta de glorias pasadas y nuevos galanes que son los que aseguran justamente el éxito de la producción.
Y si en las anteriores películas el planteo estaba reducido a las misiones imposibles de estos mercenarios retirados, en esta oportunidad la historia es impulsada por el choque entre lo nuevo y lo que queda de la vieja escuela. Así Barney (Stallone) se ve enfrentado con su antiguo equipo cuando decide formar una unidad con sangre nueva (jóvenes expertos en nuevas tecnologías) para poder perseguir de manera eficaz a un peligroso traficante de armas (Gibson), que antes de pasarse al lado oscuro había sido el iniciador de Los indestructibles.
Precisamesente Gibson se destaca en su rol maquiavélico, mientras Banderas muestra un lamentable exceso de estética latina. Fuera de esto, no hay demasiadas sorpresas. No sobrevienen acontecimientos inesperados ni giros argumentales que quiten el aliento. La película entretiene en su ley: cumple su propósito. Y eso alcanza para llenar la platea.